Mientras que la espiritualidad puede basarse en suposiciones sobre la naturaleza de la realidad, la ciencia se basa en la idea de que las suposiciones deben estar abiertas al cambio y la corrección. Por eso muchos científicos son religiosos. No creen que ambas cosas estén en conflicto.
Cuando emprenden una investigación científica, están abiertos a que se demuestre que están equivocados. Están abiertos a la idea de que no tienen todas las respuestas y que no pueden tenerlas todas. Esta apertura mental es una parte esencial de la práctica espiritual. Muchas tradiciones espirituales hacen hincapié en que las personas deben realizar prácticas que cultiven la atención plena, la autoconciencia y el no juicio.
Si juzgamos constantemente nuestras experiencias o a otras personas, no podremos tener la apertura mental y la humildad necesarias para vivir en paz y armonía con los demás. Algunas personas creen que la ciencia tiene mecanismos incorporados para corregir los errores en nuestros modelos del mundo y que, por tanto, es más objetiva que las tradiciones religiosas. Sin embargo, la mayoría de los científicos son seres humanos con sesgos y prejuicios, como el resto de nosotros. Todos los científicos tienen que empezar con alguna hipótesis sobre la naturaleza de la realidad y luego recoger datos para demostrar o refutar esa hipótesis. La diferencia es que, a diferencia de muchas personas religiosas, los científicos están constantemente abiertos a que se demuestre que están equivocados y a cambiar su enfoque si los datos no apoyan su hipótesis.