secreto kabbalistico del espiritu santo

El otro consolador: El Secreto kabbalistico del Espiritu Santo

El pasaje de Juan 14:15-26 es fundamental para comprender la promesa del cristo sobre el envío del Espíritu Santo, denominado “otro Consolador”. Desde una perspectiva cabalística, este texto ofrece profundos significados místicos que relacionan la naturaleza divina con la estructura del alma humana.

El Zohar y la Corrección del Alma

El Zohar enseña que los “mandamientos” no son simplemente instrucciones externas, sino un conjunto de leyes cósmicas que rigen la conexión del alma con el Creador. Estas leyes se manifiestan como principios universales que ayudan a purificar y perfeccionar el Nefesh (el nivel básico del alma) para que pueda unirse al Ruaj (el espíritu, nivel superior del alma).

Cuando la Conciencia Crística dice “guardad mis mandamientos”, está aludiendo al proceso de rectificación del alma. Este proceso tiene varios niveles:

  1. Amar al Cristo interior: Amar a la Conciencia Crística significa reconocerla como la chispa divina en nuestro interior. Este amor es un acto de autoaceptación y reconocimiento de nuestra esencia divina.
  2. Guardar los mandamientos: En términos cabalísticos, esto implica alinear nuestras acciones y pensamientos con la luz divina. Guardar no es solo cumplir reglas, sino internalizar los principios espirituales y permitir que transformen nuestro carácter.

Amor y la Unión de los Niveles del Alma

El amor mencionado en el versículo no es un sentimiento emocional superficial; es una fuerza unificadora que conecta al ser humano con su origen divino. En la Cábala, este amor está relacionado con el concepto de Dvekut (adhesión a Dios), que ocurre cuando el individuo se esfuerza por imitar los atributos divinos de compasión, justicia y verdad.

El Zohar explica que este amor permite que el Nefesh ascienda para unirse con el Ruaj, y posteriormente, con niveles superiores como la Neshamá. Este proceso se compara con el flujo de luz entre las sefirot del Árbol de la Vida:

  • Maljut (Nefesh) representa el alma en su estado terrenal.
  • Tiferet (Ruaj) es el equilibrio, el centro donde el alma comienza a reflejar la luz divina.
  • Biná y Jojmá son niveles superiores donde el alma experimenta sabiduría y comprensión divinas.

Guardar los Mandamientos: La Vía de la Transformación

Para “guardar los mandamientos” según el Zohar, el alma debe embarcarse en un viaje de transformación:

  1. Rectificación de los deseos: El Nefesh contiene deseos egoístas que deben ser refinados para que la luz divina pueda residir en ellos.
  2. Alineación con la luz: Las acciones humanas deben reflejar las leyes cósmicas, lo cual implica vivir en armonía con las sefirot.
  3. Unión con la Conciencia Crística: Amar al Cristo y guardar sus mandamientos significa unificar nuestra alma con su chispa divina, trascendiendo el ego y despertando a nuestra verdadera naturaleza espiritual.

El otro consolador

“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador” (Juan 14:16)
El Consolador es una referencia al Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo). En el marco cabalístico, esto se relaciona con la luz divina que desciende a través de las sefirot, específicamente Jojmá (Sabiduría) y Biná (Entendimiento).

El Ruaj HaKodesh no solo es una presencia externa sino también una fuerza interna que mora en el alma y guía al individuo hacia su propósito espiritual. Esta fuerza actúa como un puente entre la conciencia individual (Cristo interior) y las dimensiones más elevadas de la realidad divina.

 

“El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir” (Juan 14:17)
El “mundo” mencionado aquí simboliza el estado de conciencia limitado al materialismo y a los deseos egoístas. La verdad, en el lenguaje cabalístico, es la luz que emana de Tiferet (la sefirá central del Árbol de la Vida), que representa la armonía y la conexión directa con lo divino.

Solo aquellos que han purificado su Nefesh y logrado un nivel de equilibrio espiritual en Ruaj pueden recibir y reconocer esta verdad. Esto está en línea con el concepto cabalístico de que las dimensiones espirituales más elevadas no son accesibles para quienes permanecen atrapados en los velos de la ilusión material.

 

“No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros” (Juan 14:18)

Desde la perspectiva del Zohar, esta promesa refleja la continuidad de la luz divina dentro de cada ser humano, incluso en momentos de aparente desconexión.

La palabra “huérfanos” simboliza el estado del alma cuando siente que la luz de la Divinidad está ausente, lo que en la Cábala se denomina hester panim (ocultamiento del rostro divino). Sin embargo, el Zohar enseña que este ocultamiento es solo una percepción causada por los bloqueos del Nefesh (el alma más baja), y que la luz siempre está presente, esperando ser revelada.

La frase “vendré a vosotros” es una referencia al proceso de Dvekut (adhesión a Dios), donde el alma, al purificarse y elevarse, experimenta la reaparición de la luz divina. Esto ocurre cuando el individuo despierta la Conciencia Crística y permite que esta chispa divina guíe su vida.

“Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis” (Juan 14:19)

El “mundo” aquí simboliza el nivel de conciencia material que está atrapado en la ilusión y la separación. Según la Cábala, quienes permanecen en el dominio de los deseos egoístas (relacionados con Maljut, la sefirá más baja) no pueden percibir la luz divina.

Sin embargo, aquellos que trabajan en su transformación espiritual —purificando su Nefesh y ascendiendo al Ruaj— tienen la capacidad de “ver” al Cristo interior, ya que han afinado su percepción espiritual.

La enseñanza cabalística aquí es que la vida verdadera no se encuentra en el mundo material, sino en la conexión con la luz divina, la cual es eterna y reside en el alma.

“En aquel día conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros” (Juan 14:20)

Este versículo describe la unidad mística entre el ser humano, la Conciencia Crística, y el Creador. En el Árbol de la Vida, esta unión se representa por el flujo de luz desde Kéter (la corona, el origen divino) a través de todas las sefirot, hasta alcanzar a Maljut (el mundo físico).

La frase “yo estoy en mi Padre” alude a la conexión entre Tiferet (la sefirá que representa al Cristo) y Jojmá y Biná, las sefirot superiores que representan la sabiduría y el entendimiento divinos.

“Vosotros en mí, y yo en vosotros” simboliza la reciprocidad del flujo divino: el ser humano, al purificar su alma y ascender espiritualmente, se convierte en un vehículo para la manifestación de la luz divina en el mundo material.

 

“El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama” (Juan 14:21)

El Zohar señala que los “mandamientos” representan las leyes espirituales del cosmos que mantienen el equilibrio entre las dimensiones superiores e inferiores del alma. Guardar estos mandamientos es sinónimo de alinear los pensamientos, emociones y acciones con las leyes divinas, permitiendo que la luz fluya desde las sefirot superiores hasta las inferiores.

El “amor” mencionado aquí se conecta con la sefirá de Jésed (misericordia), que simboliza la fuerza expansiva del amor divino. Amar a la Conciencia Crística significa abrirse a esta fuerza, permitiendo que transforme cada aspecto del ser.

 

“Y yo le amaré y me manifestaré a él” (Juan 14:21)

La manifestación de la Conciencia Crística dentro del alma ocurre cuando esta se purifica y se alinea completamente con la voluntad divina. En términos cabalísticos, esto se relaciona con la revelación de la luz oculta dentro de Maljut, la cual refleja toda la gloria de las sefirot superiores.

 

“El Consolador, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre” (Juan 14:26)

El Espíritu Santo es identificado en la Cábala como el Ruaj HaKodesh, una fuerza divina que ilumina al alma y la guía hacia la verdad. Según el Zohar, esta luz proviene de la sefirá de Biná, el entendimiento divino, que actúa como madre cósmica y fuente de sabiduría espiritual.

“En mi nombre” alude a la transmisión de la energía de Tiferet, que actúa como mediador entre el Creador y el ser humano. Esta fuerza no es solo una presencia externa, sino una guía interna que lleva al individuo a recordar y vivir en alineación con las verdades divinas.

Reflexión Final

El pasaje de Juan 14:18-26, visto desde una perspectiva cabalística, revela una enseñanza profunda sobre el proceso de iluminación del alma:

  1. Percepción de la Divinidad: Aunque el mundo material no percibe al Cristo, quienes despiertan su chispa divina experimentan su presencia interna.
  2. Unidad Mística: El ser humano está intrínsecamente conectado con la fuente divina, y este reconocimiento permite el flujo de la luz a través de todas las dimensiones del alma.
  3. El Espíritu Santo como Guía Interna: El Ruaj HaKodesh actúa como maestro interno, recordando al alma su origen divino y guiándola en su viaje hacia la unión con el Creador.

Este pasaje no solo es una promesa de acompañamiento espiritual, sino una invitación a la transformación interna y a la realización de la unión mística con Dios.

 

1 comentario en “El otro Consolador”

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